El Trienio Adeco (1945 – 1948)

El 18 de octubre de 1945 un golpe de Estado clásico, llevado a cabo por unos jóvenes militares, derroca al régimen constitucional del General Isaías Medina Angarita. Tres años después, el 24 de noviembre de 1948, otro golpe de Estado derroca al primer venezolano electo Presidente de la República por medio de la voluntad popular directa, universal y secreta.
El golpe de Estado fue secuestrado por los civiles y convertido por obra de Rómulo Betancourt y Acción Democrática en Revolución, cambiando las relaciones que el poder político mantenía con el grueso de la población en el país. Durante el siglo XIX la política venezolana estuvo protagonizada por notables, generales y caudillos, en conciliábulos y claustros relativamente cerrados o en el fragor de batallas entre terratenientes o pretendientes a serlo. La paz gomera representó la derrota definitiva de los caudillos de vieja estirpe, por parte de aquel caudillo que los acabó a todos. El pueblo llano había servido como carne de cañón de las guerras civiles y cómo espectador imperturbable de los Tratados. La transición que, de buena manera, adelantaron López Contreras y Medina Angarita, pretendía, paso a paso, llegar a la democracia, sin carrera, sin masa, conservando el control del poder para los doctores, los cultos, para los de siempre.
La Revolución de Octubre abrió las puertas y derribó el dique de la política venezolana a los excluidos de todos los tiempos. El trienio que corre entre esa fecha y el 24 de noviembre de 1948 fue el rompimiento de la represa popular que durante siglos las élites estuvieron deteniendo.

El octubrismo tuvo su lado oscuro: el hegemonismo y la intolerancia se mezclaron con una prepotencia y una soberbia frente al adversario convirtiéndo el debate en Venezuela en el ejercicio cotidiano del canibalismo político.
Los abusos se repitieron durante los tres años de gobierno. El ensimismamiento del poder y la prepotencia llevaron al régimen octubrista al fracaso. Siendo desplazados por los mismos militares que los habían catapultado a las mieles del poder.
Se generó una oposición distinta durante el trienio. Aupada por los mismos errores y prepotencias del régimen: la derecha reaccionaria fue apartándose y abriendo el espacio a quienes, iniciándose en las turbias aguas del falangismo, terminaron bañados en la Doctrina Social de la Iglesia y en el socialcristianismo: Rafael Caldera y COPEI inician en 1946 un camino conjunto que los llevará de la mano hasta 1993. Los comunistas, partido de la clase obrera venezolana (con pocos obreros), luego de apoyar a Medina, apoyaron, previa división (la salida de Miquilena) algunas políticas del gobierno.
El canibalismo político que caracterizó la dinámica política durante el trienio octubrista llevó a un seco Golpe de Estado que desplazó a Rómulo Gallegos de la Presidencia y a Acción Democrática del poder estatal, deviniendo el nuevo régimen militar en una década de dictadura. Importantes elementos del ala luminosa del PDV confluyeron junto con Jóvito Villalba en la Unión Repúblicana Democrática, naciendo con el color amarillo (o el marrón) y presentándose como el "partido liberal de Venezuela". Estos últimos, junto con COPEI, lucharan por llevar su papel de oposición hasta sus últimas consecuencias. Y serán las principales víctimas de un gobierno hegemónicamente popular.
Diez años después los mismos protagonistas reiniciaron el juego democrático con distintas percepciones y con un importante aprendizaje que determinó la firma del Pacto de Punto Fijo. Las declaraciones de Betancourt al llegar a Maiquetía, más moderado, más amigo del diálogo, fueron determinantes: "no más el canibalismo político en este país"... La lección fue aprendida por todos los actores: los adecos, y Rómulo Betancourt, en concreto, asumieron el poder con mayor humildad y mayor apertura frente a los adversarios (ya no enemigos); COPEI abandonó el cómodo conservatismo reaccionario y curero para incorporarse en la política de masas y en la sustitución de importaciones con una imagen más moderna; URD y Jóvito Villalba colaboraron en el establecimiento de una cultura del diálogo de la que sólo los comunistas, y la izquierda revolucionaria en general, fueron víctimas.
Abrir la presa popular tuvo efectos espectaculares en la topografía política del venezolano. La relación que se ha establecido entre gobernantes y gobernados nunca volvió a ser la misma. Desde el trienio toda política deberá tener el respaldo de las masas. Dichas masas organizadas en la estructura partido-sindicatos serán la dominante hasta 1998. La impronta octubrista fue definitivamente asumida por todos los factores del poder de la sociedad venezolana y he aquí su más importante herencia, de la que Chávez no puede desprenderse, todo poder ha asumido el ropaje popular. Al abandonarlo se inicia el camino de su disolución.

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